La biografía que hoy presentamos a ustedes en Letras
Imagóticas versa sobre uno de los grandes maestros del terror y de la
literatura de todos los tiempos, Howard Phillips Lovecraft (n. Providence, 20
de agosto de 1890 - † íbidem, 15 de marzo de 1937).
Nacido en el seno de una familia tradicionalista y muy
estricta en Providence, Nueva Inglaterra, en el estado norteamericano de Rhode
Island, siendo aún muy niño sufrió la temprana separación de su padre: una
neurosífilis, que lo mantuvo incapacitado desde el año 1893, en que fue
internado al Centro Siquiátrico de la ciudad, lo llevó a la muerte el año 1898.
A partir de entonces, su educación recayó en su madre, sus dos tías y
especialmente en su abuelo materno, Whipple Van Buren Phillips, cuya gran
biblioteca fue la primera escuela literaria del pequeño Howard. Fue
precisamente su abuelo Whipple quien lo incentivó a la lectura, recomendándole
textos grecolatinos y paganos que, desde muy temprano, cimentaron el ateísmo
del autor. Su madre, por otra parte, tenía una doble postura ante el pequeño,
sobreprotegiéndole por un lado y recordándole que la familia Phillips se
remontaba a los primeros inmigrantes en llegar a la Colonia Inglesa (lo cual
alimentó el espíritu tradicionalista de Lovecraft y su amor por el pasado
británico), y, por otra parte, descargando sobre Howard sus amarguras por la
temprana muerte de su marido y sus frustraciones de burguesía venida a menos,
lo que, desde luego, fue el motivo del extraño carácter del escritor y de su
naturaleza enfermiza.
El amor por la lectura y las estrictas reglas de su
madre, que consideraba a los demás niños de clase inferior a su familia,
hicieron pronto de Howard un niño desadaptado socialmente, situación que
compensó con una tremenda imaginación que le permitía escapar de su realidad.
La muerte de su abuelo a los 14 años agudizó esta situación, y la pérdida de
los bienes y la casa familiar por una mala administración de los negocios fue
también un duro golpe para Howard. Su madre prácticamente fue la única persona
que permaneció muy cerca suyo, pues en su comportamiento con los demás Howard
cultivó siempre un carácter retraído y solitario. En estos, los años
formativos, se gestó la necesidad del autor de adentrarse en nuevos mundos
imaginarios, pero, conforme se fue internando en ellos, más acabó
introduciéndose en sus temores recurrentes.
La muerte de su madre cuando Lovecraft contaba con 31
años, en 1921, supuso para él un golpe mucho mayor que la partida de su abuelo
o de su padre. La pérdida de la riqueza familiar le obligó a tomar pequeños
trabajos de corrección de escritos de otros autores, para sobrevivir.
Sin embargo, sus primeros escritos propios vienen de
1905, aunque en este periodo y hasta 1913 se dedicó también al género lírico.
Su primera publicación, «Dagon», data de 1919, aunque fuera escrita un par de
años antes. De esta época son también los relatos «La Tumba» (1917) y,
posteriormente, «El caos reptante» y «Arthur Jermyn» (ambas de 1920). Fueron
estos primeros escritos, y sus correcciones de otros autores, los que le
valieron la admiración de un fiel círculo de autores, entre los que destacan
Robert Bloch, Lyon Sprague de Camp y Robert E. Howard, creador este último del
célebre «Conan, el Bárbaro», con quienes sostuvo un prolífico intercambio por
correspondencia. Era justamente en sus cartas (se dice que fueron más de cien
mil, transformándolo en uno de los más fecundos escritores del género
epistolar) que Lovecraft revelaba a sus amigos una faceta totalmente
desconocida, mostrándoles su humor e incluso su entusiasmo.
En 1924, a pesar de la oposición de sus tías, contrae
matrimonio con Sonia Greene, de quien se divorciaría amigablemente en 1926. En
este periodo se mudaría a Nueva York, donde escribiría, entre otros, el relato
«En la cripta» (1925).
En cambio, la compañera más fiel de Lovecraft fue la
pobreza. En 1927, incapaz de sustentarse por sus propios medios, se muda con
sus tías, volviendo así a su querida Providence, en una casona donde residiría
hasta 1933. De esta época provienen algunas de sus creaciones más recordadas,
como «La llamada de Cthulhu» (1926), «El caso de Charles Dexter Ward» (1927),
«El horror de Dunwich» (1928), «La sombra sobre Innsmouth» (1931), y «Las
montañas de la locura» (1931).
Al año siguiente de la muerte de una de sus tías, en
1932, él y su tía sobreviviente se mudan a una habitación de alquiler, siempre
en Providence. Su fracaso personal, su pobreza y el suicidio de su amigo Robert
Howard en 1936, fueron minando su salud progresivamente. Esto, sumado a su naturaleza
enfermiza y a una nutrición deficiente, le llevó a contraer cáncer intestinal,
enfermedad que le llevó a la muerte el 15 de marzo de 1937.
La obra de Lovecraft, no obstante, sobrevivió a su
autor gracias al rescate que de ella hicieron sus amigos de su círculo cercano.
Hoy, la vastísima creación literaria de este autor es reconocida globalmente, y
tanto su figura como su trabajo y correspondencia son objeto de estudio a nivel
mundial. Los mitos creados por Lovecraft, que mezclan los temores del propio
escritor con otros miedos ancestrales, que sitúan al hombre en un estado de
fragilidad frente a la inmensidad del universo y sus misterios, secretos y
peligros (horrores antiquísimos que nosotros apenas podemos sospechar),
mezcladas con la culpa, la imposibilidad del ser humano de escapar a su destino
y la posibilidad de acceder a conocimientos prohibidos, han trascendido la vida
del autor situándolo a él en lo más alto de la literatura mundial, y, a su
horror cósmico, en el sitial destinado para los clásicos de todos los tiempos.
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