- QUIENES SOMOS -

Un crisol donde se fusiona la literatura fantástica en todas sus formas. Un espacio de difusión, crítica y reunión para autores y lectores de la Web de Chile y el mundo. Somos un pequeño grupo de escritores que han constatado la necesidad de crear nuevos espacios de encuentro para autores y lectores de literatura de fantasía, ciencia ficción y terror, con la firme visión de transformarse en un referente para Chile y Latinoamérica.

miércoles, 3 de abril de 2013

BIOGRAFÍA SELECTA: H. P. LOVECRAFT


La biografía que hoy presentamos a ustedes en Letras Imagóticas versa sobre uno de los grandes maestros del terror y de la literatura de todos los tiempos, Howard Phillips Lovecraft (n. Providence, 20 de agosto de 1890 - íbidem, 15 de marzo de 1937).

Nacido en el seno de una familia tradicionalista y muy estricta en Providence, Nueva Inglaterra, en el estado norteamericano de Rhode Island, siendo aún muy niño sufrió la temprana separación de su padre: una neurosífilis, que lo mantuvo incapacitado desde el año 1893, en que fue internado al Centro Siquiátrico de la ciudad, lo llevó a la muerte el año 1898. A partir de entonces, su educación recayó en su madre, sus dos tías y especialmente en su abuelo materno, Whipple Van Buren Phillips, cuya gran biblioteca fue la primera escuela literaria del pequeño Howard. Fue precisamente su abuelo Whipple quien lo incentivó a la lectura, recomendándole textos grecolatinos y paganos que, desde muy temprano, cimentaron el ateísmo del autor. Su madre, por otra parte, tenía una doble postura ante el pequeño, sobreprotegiéndole por un lado y recordándole que la familia Phillips se remontaba a los primeros inmigrantes en llegar a la Colonia Inglesa (lo cual alimentó el espíritu tradicionalista de Lovecraft y su amor por el pasado británico), y, por otra parte, descargando sobre Howard sus amarguras por la temprana muerte de su marido y sus frustraciones de burguesía venida a menos, lo que, desde luego, fue el motivo del extraño carácter del escritor y de su naturaleza enfermiza.

El amor por la lectura y las estrictas reglas de su madre, que consideraba a los demás niños de clase inferior a su familia, hicieron pronto de Howard un niño desadaptado socialmente, situación que compensó con una tremenda imaginación que le permitía escapar de su realidad. La muerte de su abuelo a los 14 años agudizó esta situación, y la pérdida de los bienes y la casa familiar por una mala administración de los negocios fue también un duro golpe para Howard. Su madre prácticamente fue la única persona que permaneció muy cerca suyo, pues en su comportamiento con los demás Howard cultivó siempre un carácter retraído y solitario. En estos, los años formativos, se gestó la necesidad del autor de adentrarse en nuevos mundos imaginarios, pero, conforme se fue internando en ellos, más acabó introduciéndose en sus temores recurrentes.

La muerte de su madre cuando Lovecraft contaba con 31 años, en 1921, supuso para él un golpe mucho mayor que la partida de su abuelo o de su padre. La pérdida de la riqueza familiar le obligó a tomar pequeños trabajos de corrección de escritos de otros autores, para sobrevivir.

Sin embargo, sus primeros escritos propios vienen de 1905, aunque en este periodo y hasta 1913 se dedicó también al género lírico. Su primera publicación, «Dagon», data de 1919, aunque fuera escrita un par de años antes. De esta época son también los relatos «La Tumba» (1917) y, posteriormente, «El caos reptante» y «Arthur Jermyn» (ambas de 1920). Fueron estos primeros escritos, y sus correcciones de otros autores, los que le valieron la admiración de un fiel círculo de autores, entre los que destacan Robert Bloch, Lyon Sprague de Camp y Robert E. Howard, creador este último del célebre «Conan, el Bárbaro», con quienes sostuvo un prolífico intercambio por correspondencia. Era justamente en sus cartas (se dice que fueron más de cien mil, transformándolo en uno de los más fecundos escritores del género epistolar) que Lovecraft revelaba a sus amigos una faceta totalmente desconocida, mostrándoles su humor e incluso su entusiasmo.

En 1924, a pesar de la oposición de sus tías, contrae matrimonio con Sonia Greene, de quien se divorciaría amigablemente en 1926. En este periodo se mudaría a Nueva York, donde escribiría, entre otros, el relato «En la cripta» (1925).


En cambio, la compañera más fiel de Lovecraft fue la pobreza. En 1927, incapaz de sustentarse por sus propios medios, se muda con sus tías, volviendo así a su querida Providence, en una casona donde residiría hasta 1933. De esta época provienen algunas de sus creaciones más recordadas, como «La llamada de Cthulhu» (1926), «El caso de Charles Dexter Ward» (1927), «El horror de Dunwich» (1928), «La sombra sobre Innsmouth» (1931), y «Las montañas de la locura» (1931).

Al año siguiente de la muerte de una de sus tías, en 1932, él y su tía sobreviviente se mudan a una habitación de alquiler, siempre en Providence. Su fracaso personal, su pobreza y el suicidio de su amigo Robert Howard en 1936, fueron minando su salud progresivamente. Esto, sumado a su naturaleza enfermiza y a una nutrición deficiente, le llevó a contraer cáncer intestinal, enfermedad que le llevó a la muerte el 15 de marzo de 1937.

La obra de Lovecraft, no obstante, sobrevivió a su autor gracias al rescate que de ella hicieron sus amigos de su círculo cercano. Hoy, la vastísima creación literaria de este autor es reconocida globalmente, y tanto su figura como su trabajo y correspondencia son objeto de estudio a nivel mundial. Los mitos creados por Lovecraft, que mezclan los temores del propio escritor con otros miedos ancestrales, que sitúan al hombre en un estado de fragilidad frente a la inmensidad del universo y sus misterios, secretos y peligros (horrores antiquísimos que nosotros apenas podemos sospechar), mezcladas con la culpa, la imposibilidad del ser humano de escapar a su destino y la posibilidad de acceder a conocimientos prohibidos, han trascendido la vida del autor situándolo a él en lo más alto de la literatura mundial, y, a su horror cósmico, en el sitial destinado para los clásicos de todos los tiempos.




No hay comentarios:

Publicar un comentario